Hoy es el cumpleaños número 8 de Victoria. Ella ya es una niña grande. Más bien, una persona grande. Su pijama de conejito ya le queda pequeño al igual que sus viejas pantuflas. Se levanta y se viste sola, ya sabe hacerlo, y lego baja a tomar desayuno.
- ¡Feliz cumpleaños mi Victorita!- la saluda con un abrazo su madre, junto con pasarle su regalo de cumpleaños. Victoria está muy impaciente por saber qué es. Desgarra las envolturas rápidamente y al desenvolverlo se siente muy decepcionada. Es una muñeca nueva. Sin embargo, le agradece mucho el regalo a su madre. “Ya soy una niña grande, ya no estoy para jugar con muñecas” piensa mientras viajan en el auto a casa de la abuela. Allí será su fiesta de cumpleaños. Todos sus primos y familiares estarán también ahí.
Al llegar, todos la reciben con saludos y abrazos de cumpleaños. Su abuela la recibió con fuertes pellizcos en las mejillas: “¡Qué grande está Victorita”…
Victoria buscó enseguida a su prima Isabel. Ella ya es grande, tiene 15 años y hoy planea una salida al parque de diversiones con sus amigos. Victoria también quiere ir, pues se considera lo suficientemente grande como para hacerlo. Decidida va a su encuentro y le comenta sus planes, pero Isabel con un gesto despectivo le responde:- “Aún eres muy pequeña para salir con mis amigos y mucho más para ir al parque de diversiones, pues te perderías y sería una carga estar vigilándote todo el tiempo, o incluso te podrías caer de los juegos por lo pequeña que eres.”
Al llegar a casa, Victoria rompe en llanto. Nadie la comprende, todos la tratan como una niña y no entienden que ya tiene la suficiente edad para cuidarse sola. De tanto llorar cae en un sueño profundo, deseando ser más grande y que ya no la vean como una niña. Durante la noche siente una extraña sensación en su cuerpo, siente como si sus brazos y piernas se estiraran y como si la cama se encogiera. Cuando despierta, raramente su pijama se ha encogido, se levanta rápidamente, se mira al espejo, y no puede evitar gritar del asombro: “¡Mi sueño se ha hecho realidad, soy grande!”, piensa mientras salta de alegría. Recién entonces nota que su habitación ha cambiado, sus juguetes y muñecas ya no están al igual que sus cortinas, sus dibujos y fotografías en la pared, eso es cosa de niños. Baja a tomar desayuno pero no hay nadie en casa, busca a su madre pero ella ya no está en su habitación, ahora es una sala de estudio con una gran biblioteca. Así que, ella misma tiene que preparar su desayuno. Las tostadas quedaron negras y chamuscadas, el huevo frito que quería desayunar parecía más bien un huevo revuelto y la leche terminó derramada en el piso. Después de tomar su decepcionante desayuno decide dar un paseo, talvez se encuentre con sus amigos y pueda mostrarles lo grande que está ahora. Cuando estaba por salir suena el teléfono: - Aló? Victoria?, estoy afuera, te espero aquí para ir al trabajo.- le dice una extraña voz. Atónita, Victoria sale rápidamente y ve que una mujer la saluda desde un auto. -¿Qué te sucede hoy? Estás muy rara – le dice mientras viajan a su trabajo. Durante el trayecto la mujer le va hablando de muchas cosas que Victoria no entiende, cosas del trabajo, de dinero, que los políticos son unos “corruptos” y que son ellos los culpables de que el país esté como está…
Después de un largo viaje y de aburridas cosas que Victoria no logró comprender entraron a un gran salón lleno de escritorios donde había mucha gente corriendo de un lado a otro, era su oficina y en un abrir y cerrar de ojos se vio sentada en su escritorio con una montaña de papeles sobre él.
Después de trabajar todo el día estaba exhausta y aburridísima. El ambiente en la oficina era “estresante”…un término que había aprendido hoy. Todos trabajaban apresuradísimos sin ni siquiera mirarse y sin un descanso. Cuando pudo salir del trabajo se vio en un grandísimo problema: nunca había salido sola de casa y no sabía como regresar desde el trabajo. Caminó sin rumbo alguno y cuando ya estaba al borde del pánico, sin saber cómo, se encontraba en el parque cercano a su casa donde ella acostumbraba a jugar con sus amigos. Efectivamente, ellos estaban jugando en los juegos del parque como era cotidiano. Alegradísima fue a su encuentro pues tenía ganas de jugar con ellos después de tanto trabajo. Pero al verla no la reconocieron y se alejaron de ahí pues se asustaron y creyeron loca a esta mujer adulta que quería lanzarse por el resfalín. Tristemente Victoria se dirigió a su casa. “No importa, ahora puedo hacer cosas de adultos, ya no estoy para estar perdiendo el tiempo jugando”, pero en su interior estaba triste porque sus amigos ya no querían jugar con ella.
Llegó muy cansada a su casa, pero no pudo descansar, pues había muchas cosas por hacer, lavar los platos, barrer, limpiar, sacudir… Cuando por fin pudo descansar, se acostó pero no pudo dormir, pues sentía miedo, estaba sola y no podía conciliar el sueño. Comenzó a llorar desconsoladamente, estaba arrepentida de haber deseado ser grande “Los adultos no disfrutan la vida, no tienen tiempo para jugar, trabajan todo el día, viven la vida sin divertirse…quiero ser niña de nuevo, no quiero ser adulta”… y lloró, lloró toda la noche, hasta que el cansancio le ganó y cayó dormida deseando con todas sus fuerzas volver a ser niña.
Durante la noche tuvo un raro sueño. Sintió como si su cama se fuera haciendo cada vez más grande y sus piernas y brazos se fueran encogiendo a medida que su cama crecía y crecía. Cuando despertó al otro día vio que todo había vuelto a la normalidad, sus juguetes y muñecas estaban donde siempre al igual que toda su pieza, bajó corriendo a saludar a su mamá dándole un fuerte abrazo, tomó un rico desayuno que le preparó su madre y lo disfrutó como nunca. “Me encanta ser niña de nuevo” pensó mientras buscaba su nueva muñeca y salía al parque a jugar con sus amigos. Desde ese entonces Victorita comprendió que hay que disfrutar cada momento de su vida al máximo y que hay que vivir cada etapa de la vida sin saltarse ninguna y teniendo el cuidado de aprovecharla al máximo, y desde ese entonces vivió feliz para siempre.
- ¡Feliz cumpleaños mi Victorita!- la saluda con un abrazo su madre, junto con pasarle su regalo de cumpleaños. Victoria está muy impaciente por saber qué es. Desgarra las envolturas rápidamente y al desenvolverlo se siente muy decepcionada. Es una muñeca nueva. Sin embargo, le agradece mucho el regalo a su madre. “Ya soy una niña grande, ya no estoy para jugar con muñecas” piensa mientras viajan en el auto a casa de la abuela. Allí será su fiesta de cumpleaños. Todos sus primos y familiares estarán también ahí.
Al llegar, todos la reciben con saludos y abrazos de cumpleaños. Su abuela la recibió con fuertes pellizcos en las mejillas: “¡Qué grande está Victorita”…
Victoria buscó enseguida a su prima Isabel. Ella ya es grande, tiene 15 años y hoy planea una salida al parque de diversiones con sus amigos. Victoria también quiere ir, pues se considera lo suficientemente grande como para hacerlo. Decidida va a su encuentro y le comenta sus planes, pero Isabel con un gesto despectivo le responde:- “Aún eres muy pequeña para salir con mis amigos y mucho más para ir al parque de diversiones, pues te perderías y sería una carga estar vigilándote todo el tiempo, o incluso te podrías caer de los juegos por lo pequeña que eres.”
Al llegar a casa, Victoria rompe en llanto. Nadie la comprende, todos la tratan como una niña y no entienden que ya tiene la suficiente edad para cuidarse sola. De tanto llorar cae en un sueño profundo, deseando ser más grande y que ya no la vean como una niña. Durante la noche siente una extraña sensación en su cuerpo, siente como si sus brazos y piernas se estiraran y como si la cama se encogiera. Cuando despierta, raramente su pijama se ha encogido, se levanta rápidamente, se mira al espejo, y no puede evitar gritar del asombro: “¡Mi sueño se ha hecho realidad, soy grande!”, piensa mientras salta de alegría. Recién entonces nota que su habitación ha cambiado, sus juguetes y muñecas ya no están al igual que sus cortinas, sus dibujos y fotografías en la pared, eso es cosa de niños. Baja a tomar desayuno pero no hay nadie en casa, busca a su madre pero ella ya no está en su habitación, ahora es una sala de estudio con una gran biblioteca. Así que, ella misma tiene que preparar su desayuno. Las tostadas quedaron negras y chamuscadas, el huevo frito que quería desayunar parecía más bien un huevo revuelto y la leche terminó derramada en el piso. Después de tomar su decepcionante desayuno decide dar un paseo, talvez se encuentre con sus amigos y pueda mostrarles lo grande que está ahora. Cuando estaba por salir suena el teléfono: - Aló? Victoria?, estoy afuera, te espero aquí para ir al trabajo.- le dice una extraña voz. Atónita, Victoria sale rápidamente y ve que una mujer la saluda desde un auto. -¿Qué te sucede hoy? Estás muy rara – le dice mientras viajan a su trabajo. Durante el trayecto la mujer le va hablando de muchas cosas que Victoria no entiende, cosas del trabajo, de dinero, que los políticos son unos “corruptos” y que son ellos los culpables de que el país esté como está…
Después de un largo viaje y de aburridas cosas que Victoria no logró comprender entraron a un gran salón lleno de escritorios donde había mucha gente corriendo de un lado a otro, era su oficina y en un abrir y cerrar de ojos se vio sentada en su escritorio con una montaña de papeles sobre él.
Después de trabajar todo el día estaba exhausta y aburridísima. El ambiente en la oficina era “estresante”…un término que había aprendido hoy. Todos trabajaban apresuradísimos sin ni siquiera mirarse y sin un descanso. Cuando pudo salir del trabajo se vio en un grandísimo problema: nunca había salido sola de casa y no sabía como regresar desde el trabajo. Caminó sin rumbo alguno y cuando ya estaba al borde del pánico, sin saber cómo, se encontraba en el parque cercano a su casa donde ella acostumbraba a jugar con sus amigos. Efectivamente, ellos estaban jugando en los juegos del parque como era cotidiano. Alegradísima fue a su encuentro pues tenía ganas de jugar con ellos después de tanto trabajo. Pero al verla no la reconocieron y se alejaron de ahí pues se asustaron y creyeron loca a esta mujer adulta que quería lanzarse por el resfalín. Tristemente Victoria se dirigió a su casa. “No importa, ahora puedo hacer cosas de adultos, ya no estoy para estar perdiendo el tiempo jugando”, pero en su interior estaba triste porque sus amigos ya no querían jugar con ella.
Llegó muy cansada a su casa, pero no pudo descansar, pues había muchas cosas por hacer, lavar los platos, barrer, limpiar, sacudir… Cuando por fin pudo descansar, se acostó pero no pudo dormir, pues sentía miedo, estaba sola y no podía conciliar el sueño. Comenzó a llorar desconsoladamente, estaba arrepentida de haber deseado ser grande “Los adultos no disfrutan la vida, no tienen tiempo para jugar, trabajan todo el día, viven la vida sin divertirse…quiero ser niña de nuevo, no quiero ser adulta”… y lloró, lloró toda la noche, hasta que el cansancio le ganó y cayó dormida deseando con todas sus fuerzas volver a ser niña.
Durante la noche tuvo un raro sueño. Sintió como si su cama se fuera haciendo cada vez más grande y sus piernas y brazos se fueran encogiendo a medida que su cama crecía y crecía. Cuando despertó al otro día vio que todo había vuelto a la normalidad, sus juguetes y muñecas estaban donde siempre al igual que toda su pieza, bajó corriendo a saludar a su mamá dándole un fuerte abrazo, tomó un rico desayuno que le preparó su madre y lo disfrutó como nunca. “Me encanta ser niña de nuevo” pensó mientras buscaba su nueva muñeca y salía al parque a jugar con sus amigos. Desde ese entonces Victorita comprendió que hay que disfrutar cada momento de su vida al máximo y que hay que vivir cada etapa de la vida sin saltarse ninguna y teniendo el cuidado de aprovecharla al máximo, y desde ese entonces vivió feliz para siempre.
Felipe Hugo