martes, 25 de noviembre de 2008

El cumpleaños de Victoria

Hoy es el cumpleaños número 8 de Victoria. Ella ya es una niña grande. Más bien, una persona grande. Su pijama de conejito ya le queda pequeño al igual que sus viejas pantuflas. Se levanta y se viste sola, ya sabe hacerlo, y lego baja a tomar desayuno.
- ¡Feliz cumpleaños mi Victorita!- la saluda con un abrazo su madre, junto con pasarle su regalo de cumpleaños. Victoria está muy impaciente por saber qué es. Desgarra las envolturas rápidamente y al desenvolverlo se siente muy decepcionada. Es una muñeca nueva. Sin embargo, le agradece mucho el regalo a su madre. “Ya soy una niña grande, ya no estoy para jugar con muñecas” piensa mientras viajan en el auto a casa de la abuela. Allí será su fiesta de cumpleaños. Todos sus primos y familiares estarán también ahí.
Al llegar, todos la reciben con saludos y abrazos de cumpleaños. Su abuela la recibió con fuertes pellizcos en las mejillas: “¡Qué grande está Victorita”…
Victoria buscó enseguida a su prima Isabel. Ella ya es grande, tiene 15 años y hoy planea una salida al parque de diversiones con sus amigos. Victoria también quiere ir, pues se considera lo suficientemente grande como para hacerlo. Decidida va a su encuentro y le comenta sus planes, pero Isabel con un gesto despectivo le responde:- “Aún eres muy pequeña para salir con mis amigos y mucho más para ir al parque de diversiones, pues te perderías y sería una carga estar vigilándote todo el tiempo, o incluso te podrías caer de los juegos por lo pequeña que eres.”
Al llegar a casa, Victoria rompe en llanto. Nadie la comprende, todos la tratan como una niña y no entienden que ya tiene la suficiente edad para cuidarse sola. De tanto llorar cae en un sueño profundo, deseando ser más grande y que ya no la vean como una niña. Durante la noche siente una extraña sensación en su cuerpo, siente como si sus brazos y piernas se estiraran y como si la cama se encogiera. Cuando despierta, raramente su pijama se ha encogido, se levanta rápidamente, se mira al espejo, y no puede evitar gritar del asombro: “¡Mi sueño se ha hecho realidad, soy grande!”, piensa mientras salta de alegría. Recién entonces nota que su habitación ha cambiado, sus juguetes y muñecas ya no están al igual que sus cortinas, sus dibujos y fotografías en la pared, eso es cosa de niños. Baja a tomar desayuno pero no hay nadie en casa, busca a su madre pero ella ya no está en su habitación, ahora es una sala de estudio con una gran biblioteca. Así que, ella misma tiene que preparar su desayuno. Las tostadas quedaron negras y chamuscadas, el huevo frito que quería desayunar parecía más bien un huevo revuelto y la leche terminó derramada en el piso. Después de tomar su decepcionante desayuno decide dar un paseo, talvez se encuentre con sus amigos y pueda mostrarles lo grande que está ahora. Cuando estaba por salir suena el teléfono: - Aló? Victoria?, estoy afuera, te espero aquí para ir al trabajo.- le dice una extraña voz. Atónita, Victoria sale rápidamente y ve que una mujer la saluda desde un auto. -¿Qué te sucede hoy? Estás muy rara – le dice mientras viajan a su trabajo. Durante el trayecto la mujer le va hablando de muchas cosas que Victoria no entiende, cosas del trabajo, de dinero, que los políticos son unos “corruptos” y que son ellos los culpables de que el país esté como está…
Después de un largo viaje y de aburridas cosas que Victoria no logró comprender entraron a un gran salón lleno de escritorios donde había mucha gente corriendo de un lado a otro, era su oficina y en un abrir y cerrar de ojos se vio sentada en su escritorio con una montaña de papeles sobre él.
Después de trabajar todo el día estaba exhausta y aburridísima. El ambiente en la oficina era “estresante”…un término que había aprendido hoy. Todos trabajaban apresuradísimos sin ni siquiera mirarse y sin un descanso. Cuando pudo salir del trabajo se vio en un grandísimo problema: nunca había salido sola de casa y no sabía como regresar desde el trabajo. Caminó sin rumbo alguno y cuando ya estaba al borde del pánico, sin saber cómo, se encontraba en el parque cercano a su casa donde ella acostumbraba a jugar con sus amigos. Efectivamente, ellos estaban jugando en los juegos del parque como era cotidiano. Alegradísima fue a su encuentro pues tenía ganas de jugar con ellos después de tanto trabajo. Pero al verla no la reconocieron y se alejaron de ahí pues se asustaron y creyeron loca a esta mujer adulta que quería lanzarse por el resfalín. Tristemente Victoria se dirigió a su casa. “No importa, ahora puedo hacer cosas de adultos, ya no estoy para estar perdiendo el tiempo jugando”, pero en su interior estaba triste porque sus amigos ya no querían jugar con ella.
Llegó muy cansada a su casa, pero no pudo descansar, pues había muchas cosas por hacer, lavar los platos, barrer, limpiar, sacudir… Cuando por fin pudo descansar, se acostó pero no pudo dormir, pues sentía miedo, estaba sola y no podía conciliar el sueño. Comenzó a llorar desconsoladamente, estaba arrepentida de haber deseado ser grande “Los adultos no disfrutan la vida, no tienen tiempo para jugar, trabajan todo el día, viven la vida sin divertirse…quiero ser niña de nuevo, no quiero ser adulta”… y lloró, lloró toda la noche, hasta que el cansancio le ganó y cayó dormida deseando con todas sus fuerzas volver a ser niña.
Durante la noche tuvo un raro sueño. Sintió como si su cama se fuera haciendo cada vez más grande y sus piernas y brazos se fueran encogiendo a medida que su cama crecía y crecía. Cuando despertó al otro día vio que todo había vuelto a la normalidad, sus juguetes y muñecas estaban donde siempre al igual que toda su pieza, bajó corriendo a saludar a su mamá dándole un fuerte abrazo, tomó un rico desayuno que le preparó su madre y lo disfrutó como nunca. “Me encanta ser niña de nuevo” pensó mientras buscaba su nueva muñeca y salía al parque a jugar con sus amigos. Desde ese entonces Victorita comprendió que hay que disfrutar cada momento de su vida al máximo y que hay que vivir cada etapa de la vida sin saltarse ninguna y teniendo el cuidado de aprovecharla al máximo, y desde ese entonces vivió feliz para siempre.


Felipe Hugo

lunes, 24 de noviembre de 2008

Prefiero ser un perro


“El hombre está condenado a elegir”. Esta frase afirma que durante toda nuestra existencia nos encontramos frente a la disyuntiva de hacer o no hacer algo. “Ser o no ser, he ahí el dilema”, decía Shakespeare en Hamlet. Lo que hacemos de nuestras vidas, como actuamos, ¿Está condicionado por el destino? ¿O nosotros mismos lo determinamos por medio de la facultad que “Dios” nos dio de elegir y dirigir nuestra vida como queramos, libremente? ¿Predestinación o Libre albedrío?
Ésta es la pregunta que durante siglos han tratado de responder muchos científicos, filósofos y pensadores, sin llegar a una verdad satisfactoriamente cierta. Yo no espero encontrar una respuesta a esta pregunta, pero sí hay algo que no puedo dejar de decir frente a éstas dos posturas.
Si un “Dios” bondadoso fue el que nos creó junto con un destino que regirá nuestra existencia y nuestro paso por éste mundo se explicarían muchas cosas. Frases como “Que sea la voluntad de Dios” o “Que sea lo que dios tenga preparado para mí” corroborarían esta sentencia. Pero yo me hago el siguiente cuestionamiento: ¿Es de verdad este Dios que nos regala la vida y nuestro destino tan bondadoso y bueno como se nos plantea? ¿Es de verdad el destino lo que nos mueve, o es sólo lo que Saramago planteó como el “Factor dios”? Basta echar un vistazo a la historia de la humanidad para ver lo “bueno y bondadoso” que ha sido “Dios”, pues seguramente estaba predestinado que se produjera el exterminio judío, miserablemente bajo el amparo de Hitler y los nazis. Seguramente estaba predestinado que líderes corruptos y autoritarios azotaran a los pueblos y desamparados con su opresión e injusticia. O estaba en el destino de todos los nacidos en el África subsahariana el vivir entre miserias y hambrunas, y estar metidos en un hoyo del que resulta casi imposible salir, sin dejar de lados muchas otros sucesos en la historia del hombre. Y no solo hablo del dios cristiano, también el de otras culturas. Ahí esta el caso del Dios Júpiter quien le dio al mundo a Pandora y su caja, donde están guardados todos los males y pesares que azotan al mundo, en una clara referencia a la constante luchas del ser humano contra las fuerzas del destino que sin duda alguna parece ser el que “Dios” quiere para nosotros: La autodestrucción.
Ahora vamos a la otra postura: Poseemos la libertad de forjar nuestro propio destino. El libre albedrío. Yo me pregunto: ¿Hasta que punto somos libres de elegir? ¿Acaso las leyes y la moral no limitan nuestras acciones? Si acaso llegas a romper las normas o leyes para sentirte libre, ¿no te tildan de ilegal o inmoral? Lo que nos diferencia de los animales o niños pequeños es que podemos utilizar nuestra conciencia, lo que nos permite elegir, y usar nuestra libertad. Yo no me siento libre, al contrario, siento que la sociedad y su moral es quien me manda y me dice lo que debo y no debo hacer. Buscar un trabajo, ir a misa, ser fiel, paga tus deudas, compra, compra, compra, estudia, se responsable… tener que dar excusas de lo que haces o dejas de hacer. En ocasiones siento que los niños son más libres que nosotros. Sólo siguen sus instintos, comen, duermen, luego comen y vuelven a dormir. No deben responderle a nadie. Y el caso de los animales: ¡Qué mas libre que un pájaro que vuela libre por los cielos, o un pez que posee el mar a sus anchas!. En ocasiones prefiero ser un perro, dormir cuando quisiese, comer lo que quisiese y cagarme en los jardines de los que hace uso de su “libertad” para cagarse a los demás, simplemente hacerlo sin tener que darle explicaciones a nadie. No creo en la libertad. Miro a mi alrededor y de verdad prefiero ser un perro.


Felipe Hugo

viernes, 21 de noviembre de 2008

Alcanzar la Felicidad

“…Me cuesta comunicarme, pero no suelo engañar. No comprendo las sutilezas sociales, pero tampoco participo de las dobles intenciones o los sentimientos peligrosos tan frecuentes en la vida social. Mi vida puede ser satisfactoria si es simple, ordenada, tranquila. Ser autista es un modo de ser, aunque no sea normal. Mi vida como autista puede ser tan feliz y satisfactoria como la tuya “normal”. En esas vidas, podemos llegar a encontrarnos y compartir muchas experiencias…"
Las políticas sociales de los últimos tiempos referidas a los discapacitados mentales, particularmente al caso de los niños autistas buscan la integración sistemática de éstos a la sociedad. Yo me pregunto: ¿Para qué? El cuestionamiento no va hacia la integración de éstos a la sociedad, eso no es cuestionable, si no a la forma en la que se busca integrarlos. Principalmente ésta se busca mediante la transformación o el control de las características de las personas autistas para que éstos se adapten a su entorno social y puedan vivir lo más “normalmente posible”, siendo esto biológicamente, casi imposible.
La sociedad busca entregarles lo que le puede entregar a cualquiera de nosotros, una familia, estudios, un trabajo, responsabilidades y deberes, en definitiva, una vida normal. Si analizamos lo que conlleva esta vida “normal” podemos ver que ésta se ha convertido en una constante lucha y competencia. La vida se transforma en cansancio, en estrés, por estar todo el tiempo tratando de cumplir con las expectativas que los demás (e incluso nosotros mismos) ponen sobre nosotros. Hemos perdido la noción del tiempo, la rutina nos va absorbiendo y ya no podemos detenernos a contemplar las cosas bellas y simples que la vida nos puede regalar. Sólo basta con observar a cualquiera de nosotros, quienes a nuestra corta vida ya tenemos sobre nuestros hombros la presión de cumplir con nuestro deber de calzar con el prototipo que la sociedad nos impone: ser un estudiante responsable y un buen hijo, para así poder alcanzar un buen puesto de trabajo, tener la familia ideal, pagar nuestros impuestos, tener una linda y gran casa con un bello jardín para poder estacionar nuestro gran auto último modelo. En este contexto son pocas las personas que se pueden considerar realmente felices y los que así se consideran, ¿es real? En el caso chileno una investigación reciente demuestra que somos uno de los países más infelices de América Latina y del mundo, lo que demuestra lo difícil y falsa que puede llegar a ser esta felicidad que la sociedad nos ordena buscar.
¿Qué es ser feliz realmente? Una respuesta a esta interrogante es la que de los niños autistas podemos rescatar, pues con su modo de ser, alcanzan la felicidad fácilmente, si se encuentran en su estado ideal, libre de nuestras contaminaciones. Son capaces de ser felices con las cosas más simples que puedan existir: cariño y comprensión.
A mi parecer, a las personas autistas se les debe integrar a la sociedad tal como son, no tratando de transformarlos, sino haciéndoles un espacio adaptado a su modo de ser y así crear una convivencia de complementación, pues con el paso del tiempo ambos podríamos salir beneficiados, pues ellos se encontrarán en su plenitud y nosotros podremos aprender a buscar la felicidad por otro método, el que los autistas nos pueden enseñar. Tal como lo expresa el párrafo al inicio de este ensayo, la gente autista en su condición como tal se encuentra exenta “de las dobles intenciones o los sentimientos peligrosos tan frecuentes en la vida social”. Son los seres humanos en su más pura expresión, aquella de la que deberíamos aprender un poco, para así tal vez, aprendiendo de su simplicidad, y de la forma con la que afrontan al mundo llegar a ser tan felices como ellos lo son.

Por Rocío Verdugo y Felipe Hugo

jueves, 20 de noviembre de 2008

Estamos Lejos...




Lamentablemente no estamos a la altura...






Otra vez, la realidad nos pega un fuerte golpe en nuestra cara y nos recuerda que aún somos un pequeños páis al lado de Argentina y cercano a Brasil, pero a la vez muy lejos de alcanzar los logros deportivos que estos países ostentan. Una vez más debemos resignarnos y seguir soñando con algún día poder estar a la altura del gran fútbol internacional. Así lo demuestra nuestra selección chilena (la femenina y la masculina) que con dos rotundas derrotas nos recuerdan que aún debemos trabajar muy duro para alcanzar el nivel de las grandes selecciones.


En el caso de la selección masculina, la "renovada" roja de Bielsa, aquella que está cuarta en la clasificación al mundial de Sudáfrica, compartiendo el puesto con Argentina y Brasil, no logró superar su examen final para entrara las grandes ligas. En su visita a España decepcionó y nos demostró que nuestro futbol aún esta en pañales. Es verdad, talvés el resultado por 3 a 0 es excesivo para lo que fue el partido (España no demostró porque es el campeón de Europa), pero sin embargo la Roja no demostró los méritos necesarios para recibir (como premio, porque no se lo merecía) al menos el gol del honor.


Pero no hay que ser derrotistas, (si hubiera obtenido un triunfo todos estaríamos celebrando) es verdad que nuestra selección ha mejorado bastante respecto a los últimos años, el sueño aún persiste ahí, intacto, latente... solo que la realidad nos dice que hay que habrá que luchar bastante por alcanzarlo, y que nos costará más de lo que creeríamos. Como hincha solo queda creer y seguir apoyando desde las lejanias a nuestros representantes y seguir soñando con algún día poder formar parte de la elite del fútbol internacional.


No tan lejano a esta realidad es la que nos entrega la selección femenina sub 20, la cual debutó el día de ayer, en lo que sería la inauguración del mundial de la categoría disputado en nuestro país.

La "rojita" terminó perdiendo de local frente al seleccionado ingés por 2 a 0, en un partido que no resulta alentador para lo que queda del mundial. Pero sin embargo nunca dejaron de mostrar aquella garra que tanto nos caracteriza y no se achicaron frente a un rival de mayor categoría. Y ahora nos encontramos frente a otro examen... ¿Está Chile preparado para ser cede de un mundial?... Ahora lo comprobaremos.